Una buena autorregulación emocional es un factor de protección de psicopatología,
además de evitar problemas a nivel social y laboral. Por ejemplo, poseer una
buena capacidad para evitar que nuestros sentimientos nos controlen estando
discutiendo con la pareja o con el jefe son formas de evitar la ruptura con
nuestro novio o novia o acabar en el paro, respectivamente.
A
continuación veremos formas útiles para mejorar la autorregulación
emocional tanto en la infancia, como adolescencia como en la adultez.
En la
infancia
Un momento
ideal para trabajar esta capacidad es la infancia, dado lo moldeables que son
los niños y su capacidad para aprender fácilmente. Enseñarles a regular
sus emociones de forma tan temprana ayudará a que posean un mejor manejo de las
mismas en el contexto educativo y social, evitando un mal rendimiento
académico y tener conflictos con otros niños.
Lo primero
que se debe es enseñarles a identificar qué sentimientos están sintiendo en
cada momento. Los niños suelen tener muchos problemas para ser conscientes
sobre sus emociones. Por este motivo practicar de manera deliberada a darse
cuenta de ello puede ser verdaderamente útil, siempre partiendo de un estado de
relajación.
Lo que se
les puede pedir es que dramaticen emociones intensas, como son la tristeza, el
enfado, el miedo... La idea es hacer que manifiesten estos sentimientos
de manera segura y controlada, para que, cuando vengan en la vida real,
puedan identificarlos y puedan gestionarlos.
En la
adolescencia
Aunque
poseen una capacidad de reconocimiento de las emociones mayor que los niños,
los adolescentes también pueden tener problemas para dominar esta capacidad.
Esto se debe a que, pese a haber más capacidades cognitivas, la adolescencia es
un período convulso, donde las emociones están a flor de piel.
Una
buena forma para hacerles conscientes de sus emociones es hacerles escribir un
diario o poner un calendario de las emociones. En el diario pueden escribir cómo se han
sentido cada día, poniendo qué es lo que ha disparado la emoción, cómo han
reaccionado y qué han hecho para controlarla, mientras que en calendario
representan con colores qué han sentido.
Tanto el
calendario como el diario emocional sirven para que el adolescente
analice, por medio de la estrategia del distanciamiento cognitivo, su
estado anímico a posteriori, y se plantee preguntas como “¿De ha servido de
algo sentirme así?”, “¿Qué he aprendido de esto?”, “¿Por qué no me he podido
controlar?”
En
adultos
Los adultos
tienen una capacidad mucho mayor de identificación de sus sentimientos, aunque
siempre los hay quienes todavía no presentan una adecuada autorregulación
emocional.
Igualmente, en
la adultez jugamos con ciertas ventajas. Una es que al no ser las emociones
tan intensas podemos controlarnos mejor. La otra es que como los altibajos se
dan con menor frecuencia la autorregulación no es una capacidad que nos parezca
tan útil de primeras y consideramos que, ya sea por inercia o simplemente
evitando situaciones desagradables tenemos controlada la situación.
Pero pese a
estas supuestas ventajas, realmente necesitamos mejorar y mucho. La
autorregulación emocional, como bien decíamos antes, sirve como factor de
control para todo tipo de situaciones desagradables que, en muchas ocasiones,
no podemos esquivar: ¿de verdad vamos a controlarnos si nos grita el jefe? ¿cómo
responderemos cuando nuestra pareja nos diga que nos ha puesto los cuernos?
¿qué pasa si tenemos cáncer?
Estas
situaciones van a implicar una respuesta emocional fuerte, y la forma en cómo
respondamos puede ser vital. Aprender a responder de forma clamada, fría y
responsable puede ser lo que haga que podamos disfrutar de una vida feliz,
tanto si está a nuestro lado nuestra pareja, nos despiden o la enfermedad
empeora.
Aceptar
que somos montañas rusas emocionales y que en la vida ocurren imprevistos es lo
primero. Es
difícil, pero es también una realidad fácilmente observable. Cómo nos sintamos
puede que no cambie al gravedad de nuestro sino, pero si la forma en cómo lo
vamos a vivir.
De
hecho, muchas terapias enfocadas a pacientes oncológicos se centran en
hacer todo lo posible para que el paciente aprenda a modular sus emociones.
Esto tiene su sentido teniendo en cuenta que este tipo de pacientes tienen una
esperanza de vida 5 años mayor si reciben psicoterapia.
Acudir a
consulta, aprender a controlar sus emociones y aplicarlo en su vida diaria es
lo que hace que sean más favorables a respetar todo el tratamiento, a no
dejarse llevar por el miedo a la muerte y la desesperación. Se controlan, y
disfrutan del proceso, en la medida que pueden.