Ya desde
hace tiempo existen teorías dentro de la psicología que se han empeñado en
defender la idea de que las emociones son procesos completamente automáticos e
inevitables. Es decir, da igual cuánto entrenamiento creamos poseer: las
emociones aparecen y no hay forma de controlarlas. Si se está enfadado,
difícilmente se va a ser capaz para reducir ese sentimiento y pensar fríamente
en cómo se siente. No obstante, esta no es la idea defendía detrás del
constructo de la autorregulación emocional.
La idea de
autorregulación emocional se fundamenta en la teoría modal de las emociones.
Esta considera que las emociones no son reacciones instintivas, sino
que se dan por diferentes motivos, como el contexto, la predisposición de la
persona y, es aquí donde entraría la idea de la autorregulación, la
capacidad del individuo para moderar sobre su humor.
De acuerdo
el modelo, las emociones implican un proceso que se inicia cuando aparece una
situación emocionalmente relevante. Esta puede tener su origen en el interior
de la persona, como puede haber recordado una experiencia desagradable, o estar
viviendo una situación emocionalmente tensa. Después, la persona dirige su
atención hacia ese evento emocional, evaluando e interpretando lo ocurrido a
nivel cognitivo y emocional. A partir de aquí se produce la respuesta, que
movilizará elementos emocionales, mentales y conductuales.
Según el
modelo es posible intervenir sobre este proceso. Si bien habrá algo que nos
active emocionalmente, es nuestra capacidad de autorregulación la que
hará que nuestros pensamientos, emociones secundarias al evento y conducta sean
distintos a los que podrían darse si no nos controláramos.
ESTRATEGIAS DE REGULACIÓN EMOCIONAL
Existen
muchas estrategias de autorregulación emocional, y cada persona, siempre y
cuando lo haga de forma funcional y adaptativa, puede aplicar las suyas
propias. Sin embargo, las más frecuentes son las que verás a
continuación.
1.
Supresión de pensamientos
Esta
estrategia consiste, como su propio nombre indica, en suprimir los pensamientos
que nos producen malestar. De esta forma se busca cambiar el estado
emocional, saliendo de la situación desagradable y yendo a una, imaginada o
real, que no nos produzca tanto estrés.
Por
ejemplo, si pensamos en un comentario negativo que nos han hecho hoy en el
trabajo, el cual nos pone de muy mal humor, la alternativa sería intentar
desenfocar la atención escuchando música o imaginando un paisaje bonito.
A pesar de
que esta estrategia es muy común, sencilla y barata, no es eficaz a
largo plazo. Es cierto que ofrece alivio temporal, pero normalmente los
pensamientos de los que se estaba huyendo acaban volviendo con más fuerza.
2.
Reconsideración emocional
La
estrategia de la reconsideración emocional, o reappraisal, consiste en
modificar la manera en la que interpretamos una situación para tratar de
cambiar el impacto que ejerce sobre nuestro estado emocional.
Por
ejemplo, si acabamos de romper con nuestra pareja está claro que vamos a sentir
sentimientos negativos como tristeza, incertidumbre o miedo a no encontrar otra
vez el amor.
Sin
embargo, por medio del reappraisal podemos reconsiderar la situación,
viendo su lado positivo. Por ejemplo, en este caso en concreto, podemos ver
que romper con esa persona es un avance, dado que dejamos de tener un lastre en
nuestra vida que nos impida desarrollarnos como personas plenas y felices.
La
reconsideración emocional es una de las estrategias de autorregulación
emocional más efectivas y adaptativas. De hecho es muy recurrente en la terapia
cognitivo-conductual.
3.
Distanciamiento cognitivo
El
distanciamiento cognitivo consiste en tomar una postura independiente y
neutral frente al evento o situación emocional que nos altera. Así somos
capaces de reducir su impacto en nuestro estado mental, y es más sencillo
escoger la respuesta que queremos dar.
Esto es
complicado, pero de conseguirlo lo que se hace es reenfocar nuestro estado
emocional, calmarnos y pensar fríamente qué tipo de respuesta queremos dar.
Básicamente, el distanciamiento cognitivo nos ayuda a evitar que tomemos malas
decisiones en el calor del momento.
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